Tener un bebé es de verdad y a ciencia cierta toda una aventura
Tener un bebé es de verdad y a ciencia cierta toda una aventura. Hasta que no se vive, no deja de ser un misterio. Durante la espera nos cuestionamos cómo lo asumiremos. ¿Seré capaz?, ¿podré escucharlo por las noches, yo, que ni un escándalo me arranca del sueño?, ¿tendré suficiente leche para alimentarlo?, ¿Tendré paciencia?…
El embarazo nos prepara en gran medida, hay un amor desmesurado que crece más rápido de lo que crece nuestro hijo en el vientre, una fascinación de sentirnos dadoras de vida, de ver como nuestro vientre carga nuestro más valioso regalo. Observamos lo rápido que nos fatigamos y de cómo el hecho de cargarlos dentro de nosotras nos modifica nuestro día a día. Devoramos libros, buscamos información diariamente en internet, tratamos de saber todo, que nada nos "agarre" desprevenidas.
Probablemente nos suceda que dejamos de lado un poco la intuición, que no estoy segura que sea lo mismo que la improvisación, para que no suene con aires de “desinterés”. Esa intuición que nos es inherente y nacemos con ella para buscar sobrevivir; y obvio que la ponemos en práctica cuando tenemos una personita de unos 50 cm (más o menos) acurrucada en nuestros brazos.
En estos tiempos que corren, o más bien vuelan, la sociedad casi que nos obliga a eso, a que nuestra maternidad vuele y que termine diluyéndose en un sinfín de actividades, compromisos y trabajo.
Vivo un nuevo aire de maternidad. El primero tuvo lugar hace 4 años y fue mágico. Santiago vino a enternecer mi vida y a dotar de muchos significados tanto las lágrimas como las risas…y los silencios. Pero si algo me duele, es que no le di pecho tanto como hubiera querido: ocho meses en combinación con fórmula cuando no estaba en casa. El pecho no se lo quite, pero él terminó por acabar esa relación de un modo prematuro y definitivamente inducido.
Mi nuevo aire se llama Elisa y me descubro más consciente (el tiempo no pasa en vano). Si algo dije al inicio de mi embarazo es que a Eli sólo le iba a dar pecho todo el tiempo que ella lo deseara. Pero las condiciones fueron un tanto diferentes a las de Santiago, pues Elisa nació prematuramente a las 34 semanas. Ese acontecimiento, sin duda me desestabilizó, había un sentimiento de culpa, mezclado con verla en la incubadora, tan pequeña, tan frágil. No vacilé y durante sus cuatro días de internamiento, estuve junto a ella sacándome leche, a pesar de que se alimentó hasta el segundo día. La bajada de leche no esperó y mis pechos estaban rebosantes de calostro; pero al dármela mi producción empezó a bajar considerablemente y entré en pánico.
Eli dormía todo el tiempo y yo la tenía que estar poniendo al pecho, mamaba poco. Me empecé a desesperar, mi hija no estaba alimentándose bien, le complementaba con tomas de mi leche para reforzarla, pero cuando mi banco de leche de los 4 días que Eli estuvo internada se terminó y yo no daba abasto con dar pecho y sacarme leche, empezó a atormentarme el hecho de que mi leche desgraciadamente, no estaba siendo “suficiente”. Acudi a la fórmula entre tomas, la evitaba hasta más no poder, pero aun así Eli probó unas tres onzas de fórmula, me entristecí mucho…no fui capaz y lloraba de ver que mi hija tan pequeña necesitaba de leche humana (MI LECHE) y no leche de vaca procesada y procesada y procesada……
En fin, es cuando decido buscar ayuda especializada para despejar dudas, confiar en mí, sentirme segura. Me encuentro con Lactanza en internet e inmediatamente llamo. Del otro lado una voz responde mis atropelladas y desesperadas preguntas. Después de una visita a Lactanza doy leche materna exclusivamente Mi bebé tiene 4 ½ meses. Y a pesar de que casi no probó la fórmula, estuve a punto de terminar con el pecho.
Hoy y prácticamente todos los días pienso en todas las mamás que como yo tienen miles de preguntas y un vacío de repuestas. En el desinterés hacia la lactancia materna y en su importancia vital; me duele, porque no sabemos el daño profundo que este desinterés causa en la sociedad, desde la lejanía que siembra entre padres e hijos, hasta el hecho de que lo considero interés de salud pública, como la MEJOR vacuna que le podemos dar a nuestros hijos (ahora que está de moda, ponerle a nuestros hijos cada nueva vacuna que sale al mercado contra cada nueva enfermedad, virus que también salen al “mercado”).
No ha sido fácil esto de dar pecho, 4 meses no es nada pero representa mucho para mí, para mi hija (que es toda su vida), para mi esposo que me ha acompañado y ha sido en gran parte responsable del éxito de la lactancia de Elisa y para mi hijo, que muchos cambios han venido a reordenar su concepto de familia.
El cambio más significativo, es que Elisa y yo tenemos nuestro propio reloj, nuestra propia manera en que gira (por ahora) nuestro mundo, el mundo de ella que gira en torno al pecho y a la protección de nuestros brazos y el mío que gira en torno al éxito de esta tarea y de compartir con Santiago cada tiempo que pueda encontrar libre.
Y me encuentro también con la importancia del núcleo familiar, redescubro el papel del padre de una manera muy diferente y contraria al tradicionalismo machista. Debo en gran parte el éxito de la lactancia, a la cooperación recíproca y sin medida de mi esposo, en todas las tareas del hogar. En mi caso esto ha sido un trabajo en equipo, que me ha dado el espacio de disfrutar enormemente de este momento tan pleno que ha significado la lactancia materna.
Claro que ha habido cansancio, pero la recompensa es grande y la satisfacción inmensa.
Hoy me siento capaz, me siento humana y conectada con algo que es muy fuerte y ancestral: naturaleza. Hoy siento que no necesito ni plantar un árbol, ni escribir un libro: que esto de dar de mamar lo supera por mucho y trasciende más de lo que imagino, es vida que fluye a través de mí.
¿Cómo las mujeres no nos vamos a sentir hacedoras? si tenemos la magia de acunar en nuestros brazos, de alimentar con nuestro pecho. Vivamos esta maravillosa experiencia de compartir la teta con nuestros hijos, es sin duda la más maravillosa que he vivido y viviré. Por ahora, me siento en el deber y el deseo de compartir esta experiencia con tod@s.